En un mundo de fallas y aventuras secuestradas, se encuentran dos pequeños héroes que pondrán el ejemplo con sus divertidas vivencias, acompañados de amigos muy diferentes.

lunes, 22 de octubre de 2007

Secuestro IV

Una extraña infección atacó a los secuestradores de Aguacate y Mandarina; sin embargo nuestros héroes también cayeron víctimas de tal extraña enfermedad. A pesar de tantos contratiempos, fiebres y dolencias, los supuestos amigos, han logrado una nueva entrega.
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Reforma
(cuartaparte)
“Con que este es tu cuarto, es grande” Le dio una silla para que se sentara. La silla estaba tibia e incómoda. Él prendió su enorme estéreo e introdujo un CD de música clásica con efectos de agua al fondo. Quería reír; no podía creer que alguien de su edad oyera esas cosas. Tal vez se lo había prestado su madre o, en el mejor de los casos, se lo había robado a su abuela. Se contuvo lo más que pudo. Él la miró con extrañeza. Era la primera vez que la veía contenta.
“No, sí me gusta. Es que me recordó algo, algo sin importancia sobre unos amigos que no conoces.” Estaba a punto de no soportar más, tenía que encontrar un buen pretexto para salir de ahí. Pero estaba en desventaja; no sabía con exactitud en donde se hallaba. Si lo distrajera, pidiéndole un vaso de agua y saliera corriendo o si alegara un dolor de cabeza, pero ya la había visto contenta; ya tenía más confianza en sí mismo. Se sentó frente a ella y le tomó la mano. Hizo una mueca y trató de soltarse. Inexplicablemente la mano había cobrado fuerza y la sujetaba con ímpetu. Por más que jalara, era imposible soltarse; sus dedos estaban cada vez más aprisionados. Apretaba tanto que sentía los latidos de su corazón en las uñas. De un momento a otro se empezarían a poner morados hasta que perdieran la circulación y hubiera necesidad de amputarlos. Sí, eso sería mejor, para ya nunca tener la sensación de no poder salir cuando ella quisiera, pero claro, tiraría sus dedos lejos; para que él no pudiera quedarse con recuerdo alguno. Finalmente la soltó. Le ofreció un vaso de agua. Salió.
Tal vez ése sería el momento adecuado para huir sin decir palabra. Ya no le importaba en donde se encontraba; hallaría alguna avenida principal y ya allí, podría moverse con facilidad. Era cuestión de abrir bien los ojos.
Se levantó y tomó sus cosas. Se asomó por la puerta. No había rastro de él, ni siquiera se oían vasos, agua o pasos. Le pareció extraño, pero poco importante. Seguramente había mentido y estaba encerrado en el baño, poniéndose mucha loción o rascándose las encías con hilo dental. Salió de la habitación; caminó hacia la sala. Ahí estaba él.

3 comentarios:

Agnes Seele dijo...

Asi que la entrega se logró a pesar de los contratiempos de salud. Espero ya por el momento glorioso del desenlace funesto... O se convertirá en una tremenda gracejada cual historia televisiva? No lo sabré sino hasta la siguiente entrega...

Chiclocentro dijo...

ajajaa
te has vuelto muy preciosista
jajaja
no demasiado, bueno tal vez exageré con lo de preciosista pero es que antes no dabas taantos detalles. eso me gusta.
has cambiado.

Anónimo dijo...

Wow!! me encanta como escribes!!!

Reynah pasele a mi Blog!!! Hay cosas cutes, XXX, cosas muy Pinks!!