En un mundo de fallas y aventuras secuestradas, se encuentran dos pequeños héroes que pondrán el ejemplo con sus divertidas vivencias, acompañados de amigos muy diferentes.

martes, 25 de noviembre de 2008

Una de víboras

Aguacate se ha puesto a pensar mucho en la naturaleza que le rodea y en la naturaleza que podría rodearlo. Sí. Aguacate ha escrito sobre esto...finalmente...
¡Disfrútenlo! o júzguenlo.
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Tarde letargo.

Siempre quiero encontrar cosas nuevas, mas no las hallo. Vanas esperanzas las mías.
“¿Quién soy, quién soy?”
Siempre que encuentro la tierra apelmazada por el sol y a las piedras que la hacen aún más impenetrable, tengo ganas de sentir el frío y rasco un para echarme en ella. Al poco tiempo, alguien llega y me levanta de mi sitio; también le entran ganas de sentir el frío. Me regaña.
“¿Dónde estoy, dónde estoy?”
Le miro indiferente y me muevo con cuidado de no quemarme con el resto de las piedras, las cuales han sido casi abrasadas por el sol durante el día. Tengo sed. El agua debe estar en donde la dejé. Camino y la veo allí, tan poco refrescante y tibia. No hay de otra (agua) y resuelvo tomarla sin prisa. Llevo poco tiempo ahí, cuando alguien más me apresura: que el agua es para todos, que no debo ser egoísta y consumirla toda. Esta vez hago como que no escucho y sigo bebiendo, pero a mi pesar, me vuelve a insistir; escucho una patada de impaciencia contra el suelo. Engaño a mi mente con que ya he saciado la sed y me retiro.
“¿De qué estoy hecho, de qué lo estoy?”
Camino con dificultad por la calle; el sol quema mis ojos; el calor agobia mis cabellos. Tengo una misión importante; si no la cumplo, no habrá alimento: Debo ir al serpentario del Rancho para tomar media docena de víboras y llevarlas vivas a casa; las serpientes conservan de ese modo sus jugos y sabor.
Tengo miedo y pereza, sobretodo pereza. ¿Por qué mejor no prefieren mosquitos y libélulas? Así de menos, habría que ir hacia la presa, donde hay oportunidad refrescarse, pero no, el menú de hoy será forzosamente de víboras y serpientes y, si son venenosas, mejor. Si acaso me hubiera inventado una ocupación en casa…
“¿Quiénes son ellos, ellos?”
Entro al serpentario silencioso. Doy pasos largos, pesados, suaves. Muevo la cabeza al encargado en señal de saludo. Me detengo a pleno sol. Oteo el campo, las rocas y el chaparro seco; analizo las mejores posibilidades para encontrar víboras. Una roca larga y plana con una saliente: si fuera montaña, tendría una vertiginosa barranca. La alzo: Encuentro allí tres pequeñas serpientes enroscadas. ¿A poco conviven así de cerca? Son aún jóvenes. Las dejo. De pronto, escucho tras de mí una cascabel alerta. Volteo y allí está, una gran víbora con cabeza de triángulo, amenazante, molesta, quizás, por haber molestado a las crías. ¿Eran suyas? No podía ser, las pequeñas no eran de su especie.
“¿Para qué hago esto, para qué lo hago?”
Lanza su primer ataque, el que esquivo, y con mi vara logro alejarla de mí y controlar su cabeza. Recuerdo la primera vez que lo hice, me emocioné tanto, que la serpiente escapó. Esta vez, por supuesto, es diferente; mi experiencia y habilidad han sobrepasado mi edad y me aseguran tanto la supervivencia, como el éxito de la misión.
Tomo la cascabel de la cola y la meto en mi costal, lo cierro y aseguro. Sigo con la búsqueda.
Me asomo precavido al chaparro, allí debe haber otra. Miro, nada, vuelvo a mirar, nada. Pronto mi insistencia cobra frutos y encuentro allí un falso coralillo. Lo agarro con determinación de la cabeza y lo introduzco al costal, donde yace la cascabel.
Me enjugo el sudor con un paliacate y sigo buscando serpientes. Sé que no he de confiarme y debo estar atento, porque de un momento a otro, alguna víbora podría aparecer y hacerme pasar un mal rato.
“¿En dónde terminaré, en dónde terminaré?
Para la quinta, hago una pausa; encuentro el banco que el encargado presta y me siento, no en el sol, ni en la sombra, sino bajo un mezquite. Busco ¿y el encargado? Debe haber salido por un taco. Estoy cansado y también hambriento. Pienso: A una serpiente y no quiero terminar la misión. Recapacito: Sólo falta una y, de no llevarla, alguien en casa se quedará sin bocado, incluso yo; así, sin consideración y todo por mal hacer mi labor. A pesar de mi reconvención, me siento abatido; mi cuerpo no quiere moverse más. Caen mis brazos al suelo.
“¡Ay, qué espanto! No quiero más esto. ¿No quiero más esto?”
Negra renegrida asfixia con entumecimiento y sudor frío, zumbido, ardor y un piquete…
Mis brazos al suelo, la tierra arenosa, más suave que de costumbre, un surco. Me incorporo velozmente y miro debajo del banco. Otra cascabel en acto de enrollarse. Advierte mi presencia y se pone alerta; tira a morder. No le doy la espalda y alcanzo la vara, mientras ella hace por atacar. Inmovilizo su cabeza, pero una fuerza descomunal en ella, la libera del yugo. La víbora está resuelta a matarme; se eleva y abalanza violentamente contra mi pierna. Me defiendo, me ataca; me alejo, me sigue.
La serpiente queda inmóvil en el suelo, su cabeza deshecha. Un tronido. El encargado con un humeante rifle en los brazos.
Tomo a la serpiente muerta y la guardo en otro saco: el de las serpientes muertas. Tomo mis dos costales y le doy las gracias al encargado. Parto.
En casa me esperan con agua hirviendo y machetes para descabezar víboras. Les doy triunfante mi aún vivo motín y el saco con la infame que quiso asesinarme. Toman el costal que contiene las serpientes vivas con prudencia y empiezan a procesar su contenido. El otro, lo revisan y lo desechan. Me miran con desaprobación; no permiten que yo les explique cosa alguna. Callo y espero a que el caldo esté listo.
“No me gusta la víbora, ¿no me gusta la víbora?”

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Palabras

La mano que todo ahorca se ha ablandado esta vez. Ha escrito algo en colaboración de Mandarina. Gracias a ella, hay un muy bonito dibujo para esta entrada.
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"que me asusto como los
niños
que oyen hablar del
coco
y tienen miedo
de que a la sombra
lejos
del padre
una mano
ajena los rapte
y les quite para
siempre"

Para el gato

martes, 23 de septiembre de 2008

Monstruos/ejercicio

Aguacate, en miras de la nueva estación, ha escrito apresuradamente, a manera de ejercicio y sin el más mínimo respeto, algo nuevo para todos ustedes.
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MONSTROS
Los monstruos, acicates, muestran muchas cosas:
que los bidés son amigos fingidos, claros,
que los clavicordios son estruendos dorados,
que los denarios peinaron las canas.

Los monstruos aciagos llenan las entrañas;
minan, morados maravillas, momentáneo
de dulzores dentales descendientes
de dolientes dialécticos dicterios.

Los monstruos adversarios de los tiempos
y de sí mismos.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Mi chisme, mi veldá

He aquí un blog morboso, sucio, nostálgico, un blog que trata sobre la mano que ahorca a todos los autores de este blog. ¡Esa taimada manooo! Véanlo, no se arrepentirán.
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¡Contemplad, picad aquí y ved mi veldá!

www.merahueva.blogspot.com

domingo, 31 de agosto de 2008

Porque los árboles también toman baños de Luna.

Sentimos las molestias que esto -muy probablemente nadie lea esto nunca- les pueda ocasionar. No hay producción literaria por el momento. Ya veremos que proyecto mental se le atraviesa a nuestros aguerridos arbolitos... o a la mano que todo aprieta.


En espera de la próxima luna llena...
porque los árboles también toman baños de luna.

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La luna que ilumina
diamantes de la auroraaaaa.

jueves, 7 de agosto de 2008

impureza

La mano que a todos ahorca ha escrito en su cuaderno favorito. He aquí la hoja, con su cada vez más horrorosa letra.
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jueves, 31 de julio de 2008

Sin respeto

Nogalito, poco experto en el arte literario, se ha animado a escribir para este espacio un pequeño poema (o eso dice que es). Nosotros no lo sacaremos de su idea, puesto que tampoco tenemos mucha autoridad que digamos, y nos damos en la tarea de publicarlo.
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Correlación humana.

Se montaba cada noche en él sin saber qué resultaba y resultaba…
Seguía sus pasos sigilosos esfuerzos
sin mayor premura. El otro
cambiaba de manos como si fuera de juguete.
¿Correrían el mismo riesgo en otros tiempos, en otros mundos?
Se sabía coqueta inmerecida,
se sabía diosa de su selva ensortijada
semejante silueta conmovida de jocoso instante, adorada y…

Comenzaba a respirar entreprofundo a fuerza
callaba…calló, cayó.
Sus ojos sorpresas ahogaban su nombre:
¿Cuál era?

jueves, 24 de julio de 2008

Juramos que seguimos trabajando.

Aguacate y Mandarina han tenido un poco de bloqueo mental. Juran y perjuran que han estado trabajando en un texto y lo sé de cierto, porque lo he hojeado y me ha gustado la idea. Es un buen chiste local que esperan ellos que el público disfrute.
En tanto, presentan un amigo más: Nogalito de EdoPue.
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martes, 24 de junio de 2008

Foto | Lindas amigas

Las amigas van y vienen; las amigas permanecen; las amigas lo son todo, aunque a veces olvidemos que existen, pero exiten o existieron ¿no? Aquí presentando a dos bellas amigas de Aguacate y Mandarina que se han ido ya para el otro mundo: el de los frutos. Pero que fueron hermosas mientras tuvieron su momento.

Tunitas:


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miércoles, 18 de junio de 2008

Una historia

Mandarina ha querido contar una anécdota más de la vida de cualquier persona. He aquí publicada.
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Pasos y miradas
Primero, las miradas encontradas, las cejas levemente arqueadas. La sorpresa después. Anteriormente había sido improbable que todo eso pasara, pero pasó y no fue tan malo. ¿Hasta dónde serían capaces de llegar? Ojos en blanco… hasta allí… más… ojos más en blanco… Vuelta atrás.
Sus manos encontraron lo insospechado: la maravillosa suavidad de sus cuerpos, siempre generosos y cálidos, ¿cómo es que nunca antes les había pasado? Una vez, a la luz del fuego, estuvo a punto de suceder; eran aún demasiado niñas o sus mentes estaban aún poco preparadas para lo posible. Media vuelta.
Pasó, se acercaron y acordaron ver más allá, juntas. Sus miradas siempre en los mismos horizontes y anhelos, tantos sueños empezaban a tejerse. Despedirse… ¡jamás! Un paso adelante.
Lucha de egos y responsabilidades; luchas silenciosas y cansadas. ¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar? Estaban aprendiendo a convivir, estaban dispuestas a seguir y a traspasar esos insignificantes obstáculos. Un poco más y serían libres, o al menos eso pensaron. Dos pasos adelante.
Presión, terror, ruegos, angustia. Sus miradas seguían encontradas, ceños fruncidos y desesperación. Una huída, apoyo, tal vez no tanto como se necesitaba. Más presión. Sus manos se amorataron por la fuerza ejercida, hasta que, frente al caudaloso río, una saltó y la otra no. Todo fue pendido de una dulce liana de esperanza. Un paso adelante.
Mieles, las mieles de un amor expuestas a las inclemencias temporales y ambientales. Se agriaron poco a poco; la dulce liana fue raspada por crueles rocas de espera. Espera y esperanza, en la misma rama, pesan demasiado y terminan por quebrarla, caen a la mierda. Sus miradas intentan encontrarse; no pueden ¿qué pasa? Una mira a un lado y la otra al otro, se buscan en terrenos diferentes. Sus ojos están levemente tapados por un velo de tierra y humedad. Un paso no dado, casi un paso atrás.
La liana se rompe. Todos huyen despavoridos por terror y por incertidumbre. Una no puede esperar más, otra con más miedo no puede y se lanza al vacío, para ser atrapada por alguien más que indicado para hacerlo. Punto negro.
Lo único. Ser únicas. Repiquetea en sus cabezas como una ligera campana movida por el viento. Sin razones y con todo en las manos para el futuro separado, deciden dar los pasos algo cercanos, mirando de reojo al pasado, sin peleas y con descansadas sonrisas.

miércoles, 11 de junio de 2008

No texto

...Y AQUÍ LES PRESENTO, NI MÁS NI MENOS AL ÚNICO, INIGUALABLE, SORPRENDENTE, PROMETEDOR, A UNO DE LOS DOS GRANDES AUTORES EN ESTE VIAJERO BLOG:


AGUACATEEEEEEE

a que cada día se pone más bonito

sábado, 7 de junio de 2008

Canción boba

Como la mano que asfixia todo ha visto que están de moda los poemas y las canciones al por mayor, así, casi sin respeto de las bellas artes y la retórica, se puso a juguetear con una pluma y su fiel cuaderno para entregarles la siguiente canción.


miércoles, 28 de mayo de 2008

Viejo escrito

Mandarina acaba de reclamar la autoría de un viejo escrito que fue encontrado casualmente esta semana. Calculando páginas, se le puede ubicar en el mes de noviembre del 2007. Parece recién hecho, mas no lo es. ¿Habrá sido una vista del futuro? ¿Premonición? Hay que tener mucho cuidado con lo que se escribe, eso ya lo sabíamos, pero ¿también mandarina tiene el don de la adivinación?
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Todo trata sobre tú y yo. Semanas sobre ti, semanas sobre mí.
Ojalá nunca te canses de esperarme. Ojalá esta distancia sea salvada fácilmente. ¿Cuándo decidirás venir a verme? Todos los días despierto y tu imagen se borra con la luz de la mañana. Tanta pena, como si la desidia tomara forma y se arrastrara en mi pecho. Y tú tan lejos. Yo impaciente. Las señales de tu vida cada vez son más espaciadas y monótonas. Te oigo y es como abrir un libro en la misma página; cada vez más conocido, cada vez más maltratado. ¿Te conozco de verdad?
No sé quién se está enamorando de ti, si yo o los recuerdos. Frases tan bien hechas para un fantasma como tú. A veces creo que te confundes con otras, con las mismas, con las que están hechas para estar conmigo. A veces sueño con tu cuerpo y otra cara; la de la vergüenza o la del pudor, pero no la tuya, descarada, que rinde homenaje a todo malherido que aquí he formado. Bofetada sorda y dolorosa que me pone en posición fetal, para proteger lo poco que me queda. Y a pesar de todo, sigo maravillado de los fragmentos que me hacen retorcer del aliento que ya no toco y la piel que ya no huelo. Sólo el querer atraparte hace que caiga rendido cada noche.
… …
Pronto comenzará otro episodio de deseo. Pronto soñaremos mutuamente con encontrarnos. Lograrlo será el objetivo último, como si tú y yo estuviéramos hechos para unirnos solamente una vez y después regresar con ensoñaciones y humedades pretendidas. Te atraparé una tarde, de vuelta de tus actividades, para llevarte a soñar despierta conmigo, a sumergirte en el fondo de tantas ideas gestadas por esta separación de años y millas náuticas. Náutico: todo entre tú y yo tiene que ver con sales e impotabilidad. Tú y yo no estamos hechos para el otro; pero deseamos desafiar el Hado y pretender que podemos, aunque sea una noche más; embonar y convertirnos en la normalidad de la vida, en realización del mundo que debe ser.
Mientras tanto, seguiré esperando el momento preciso en el que tú y yo nos podamos ver de nuevo. ¿Qué harás en este momento? ¿Cómo soñarás? ¿Cómo te comportarás? Sé que esto no puede ser una ilusión; sé que esto es más que real; que lo vivimos tú y yo y que en algún momento lo disfrutamos.
Lo que más temo es no volverte a ver, estar envuelto en meras mentiras y entregarme diariamente a las ilusiones hueras que me da saber que aún sigues con vida en algún sitio; que aún posees ése, tu mundo, tan especial y enigmático, donde pocos han tenido la oportunidad de ser acogidos por tu seno. Por fortuna, yo he sido uno de esos merecedores de tu lado.
Te extraño.

viernes, 23 de mayo de 2008

El juego de la Maraña

¿Quién lo ha jugado alguna vez? Sé que algunos de los pocos lectores de este espacio lo han hecho. He aquí una muestra de lo peligroso que puede ser adentrarse en ella, o en muchas de ellas. Aguacate, con agrio humor, ha sido el autor de este texto.
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Marañas
-- ¡Vamos a jugar a las marañas! – dijo Perla un largo día de verano—Anda ¿Sí?
-- Mejor juega a los muertos o a las canicas de lodo.
-- ¡No! Yo quiero jugar a las marañas contigo, ahorita que no hay nadie más –miró a Gilberto con ojos bien abiertos y los labios rosas con aliento entrecortado.
-- Bueno, vamos a jugar, ¿cómo dices que es ese juego?
Gilberto se levantó de su mecedora y se dejó conducir por Perla. La miraba como si no la hubiera visto en años, muchos años. Tan blanca, tan sonriente, tan viva y tan pequeña, sin embargo.
Llegaron al cuarto de Perla; se sentaron en el suelo. Ella tomó la mano de Gilberto y la puso en su cabello. Sus dedos empezaron a amasar los negros y abundantes rizos que contenía esa cabecita. Se detuvo un momento.
-- ¿Esto es jugar a las marañas?
-- Sí – dijo Perla—pero síguelo haciendo, para que juegues bien.
-- Entonces, ¿quieres que juegue bien? ¿Cómo es eso?
-- Pues es fácil; sigue así hasta que yo diga ya—Perla metió la mano de Gilberto, de manera que las yemas tocaran muy bien el cuero cabelludo y bajó la cabeza.
Gilberto se acomodó y le rascó suavemente la cabeza. Perla entrecerró los ojos, cabeceó y se quedó profundamente dormida en su regazo. Intentó acomodarla para que estuviera más cómoda su, mas, cuando quiso sacar la mano de su cabello, no pudo hacerlo. Sintió un ligero hormigueo en sus dedos y después ardor. Su mano había sido engullida tan tiernamente, que no había notado que llevaba ya dos falanges de cada dedo dentro de la cabeza de Perla.
-- Niña perversa, --dijo Gilberto-- por eso querías jugar en este momento, mientras no hay nadie.
Debía salirse lo antes posible de la situación. Jaló su mano; la cabeza la retenía con fuerza. Movió sus dedos; el hormigueo los mantenía adormecidos. Empujó la cabeza; su brazo parecía más elástico y la cabeza permanecía en su sitio.
No sabía qué hacer; temía que alguien llegara y lo encontrara en tal embarazoso momento. Quiso despertar a Perla. Le mordió, le arañó, le tapó la nariz incluso. Ella solamente suspiraba. Su blanca piel, a salvo de enrojecimientos o amoratamientos. Ahora quería más ayuda que nunca. La tarde parecía eterna y nadie daba muestras de vida. ¿Pasos? Los del perro. ¿Una puerta? Sólo el viento. ¿Gritos? Los pasillos.
A lo largo y ancho de esa casa de verano, no se encontraba otro adulto, más que él y no se mostraba otro niño, más que ella.
Sintió su mano entera absorbida por la cabeza de Perla. Sudó frío. ¿Se lo comería vivo?
Se detuvo: La cabeza dejó de traer la mano para sí e hizo movimientos parecidos, acaso a la masticación, acaso a los latidos. Gilberto tuvo alivio; entre espasmo y espasmo se abría espacio y él podía mover los dedos y quitarse un poco del hormigueo que padecía. Entre más movía los dedos, más violentos eran los espasmos. Probablemente en uno de ellos, él podría quedar liberado, pensó.
Uno, dos, tres: hizo el intento; quedó atorado por su pulgar. Uno, dos, tres: en vez de ir la mano hacia fuera, se internó más en la cabeza. Uno, dos, tres: Perla despertó.
-- ¡Ya! – dijo--. Ya acabó el juego. ¡Ganaste! Lo hiciste muy bien.
La mano fue expulsada por su cabeza. Gilberto tomó su muñeca a modo de protegerla y miró a la niña con asombro. Perla le sonrió; se levantó y salió corriendo. Sonoras carcajadas resonaron por toda la casa.
Se quedó sentado mirando su mano exhausta. No supo cuánto tiempo transcurrió. Oyó pesados pasos.
-- ¿Otra vez allí dentro? – dijo una mujer que reconoció como su madre. —Sabes que es muy delicado que entres a ese cuarto; tu padre se molestará. Ya sabes lo que dice, que no debes molestar muertos y menos niños muertos. ¡Sal de ahí!
Gilberto reaccionó. ¿Qué le había dicho esa mujer? Sí, Perla y él habían estado jugando toda la tarde. ¿Cuáles muertos? Alzó la vista y vio un pequeño altar. En él había una veladora y la foto de una niña risueña, blanca y con una cabellera abrumadoramente abundante. Perla. ¿Su hermanita? Claro. Ella se llamaba así.

jueves, 22 de mayo de 2008

Parásitos

Aguacate y Mandarina no tuvieron nada que ver en esto. ¿Recuerdan el episodio de la mano que priva de oxígeno? Pues ella ha aparecido para poner algún tipo de terror en este espacio. Aquí su singular obra.

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lunes, 28 de abril de 2008

Bella época

Aquí Mandarina reportando su sentir. Aquí Mandarina que recuerda las bellas épocas vigentes. Aquí Mandarina que publica:
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Discurso
Y tú de zampón, insolente y preguntón, nomás tantito, dices tú y ya cuando miro, lo tienes toditito en la boca: que la comida, que las leperadas, que las preguntotas.
Y mira nomás en qué andrajos te andas presentando pa’pedir trabajo, con razón nadie te toma en cuenta, mira que ni Lolita de la cuadra te reconoce ya. La otra vez me preguntó por mi muchacho y no supe si decirle que era el que andaba rondando la cuadra o el que andaba fueras buscando trabajo. De la vergüenza no atiné mas que decir que quién sabe y me metí rapidito pa’la casa. Y ya que de rato llegaste tú, quesque de un trabajo y que si haber si te lo daban. Haber pa’cuando. Fueras como tu hermana, que ya hasta novio tiene, que jura y perjura que la va a sacar de trabajar cuando se casen.
¡Mira nomás, ya estás sobre la cazuela! ¡Deja allí! Es para el novio de tu hermana, muchacho tan atento y guapo, siempre de traje y con uñas bien cortadas. Así deberías ser tú. ¿Que tu hermana qué? Te encanta levantarle falsos; ella es incapaz de hacer esas barbaridades, si sabré yo, que la crié. ¡Sácate! Ya parece que la haz de estar viendo en esos lugares a los que tú vas, si ella no es como tú, que nada más piensa en esas cosas. Ya me imagino las cochinadas que harás allá. Todo por desobligado, desvergonzado. Tu hermanita qué tendría que estar haciendo allá, si aquí tiene su casa, su cama, su comida. Si tiene novio que la cuida y la respeta. No te rías. He visto cómo la trata; siempre tan caballeroso y atento. Jamás deja que ella abra una puerta. Si tu padre hubiera sido así, otro gallo nos cantara y, sobretodo a ti, que vas directito a sus pasos.
Todo por hacerte caso y dejar que estudiaras esas cosas que ni sirven para nada.
¡Ay mijo! ¿Qué hice yo contigo? La vida no se trata de’sas cosas que te pasas escribiendo, puras cosas feas que ni se entienden, siquiera escribieras las historias de la familia, del rancho, lo bonito, los paisajes de tus abuelos, no que nomás escribes de tonterías, de pura muerte, de puras cosas que no. No me vengas con que eso es la sociedad. Ponte a ver las cosas bonitas, la gente buena y trabajadora. Ya sé que dices que no hay de’sa gente, pero fíjate bien, es cuestión de ver las cualidades y no los defectos. Que pesimista eres.
¿Qué? ¿Tu padre? ¡No andes preguntado! Ahí vas con tus cosas. No te interesa. Mejor deberías ponerte a trabajar para que me des, en vez de andarme molestando.
¡Anda! Ve por él, ya ha de andar con su compadre…

jueves, 3 de abril de 2008

Hacedor de hechizos

Aguacate está convencido de lo que debe hacer y lo que deben hacer con él. Mira todos los días el sol con alegría, mas sigue preguntándose cuándo llegará la lluvia. Anhela. Reclama. Le conceden. Él es el autor de esta entrada.
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CUARTO MENGUANTE PERFECTO
que en cada roca se estrelle
El Hacedor llega al mar. Respira.
que encuentre reposo de dudas y juicios
Quiere tocar el mar con sus ojos, pero sabe que pica. ¿Cómo?
que las bocas oscas se coman ostras
Las sales le queman, poco le importa. Ha de recuperar allí, lo que alguna vez fue lavado,
que las ostras cosechen perlas duras
mas parece en vano. El Hacedor solamente se aproxima con cautela y se queda al ras de las manchas que las olas han dejado. ¿Cuál fue el hechizo preciso?
que las perlas suavicen carácter
No lo recuerda. Debe ser algo de la infancia. Palabras repetidas que pierden sentido y adquieren sonidos místicos que armonizan con el universo. No.
que las almas corrijan injurias
Tampoco cree en eso. Se agacha y toca mojado, seco, húmedo, mojado. Le extraña la amable sensación que, sin embargo, retuerce su lengua en sed no antes experimentada. Se acerca al agua con peligro y miedo.
que las injurias traguen saliva
Prueba: Salada, por supuesto. No podría ser de otra forma. No se queja, pues él escogió ese escenario y se arrepiente, tal vez, de no haberlo escogido antes, pero
que la saliva se haga espuma verdimorada
qué importaba ya. El Hacedor había hecho su última jugada y el viento había borrado sus huellas pronto. Es tentado por el horizonte cada vez más oscuro, que no tenebroso.
que las rabias tontas amanezcan muertas
El Hacedor atardece con el mar y la amarilla luz; se queda con la espalda dada a la inmensa montaña, hogar suyo por tantos siglos, y avanza tres centímetros en la arena rubia. Poco a poco, distingue, y, más y más, divisa menos. El Hacedor masculla preguntas mudas que los sordos podrían contestar: ¿Qué hay del otro lado?
que las rabias amanezcan secas
Mientras tanto, las piedras, que alguna vez estuvieron cuidadosamente apiladas, cascabelean, para que El Hacedor voltee a verlas nuevamente.
que las rabias sean expuestas
El Hacedor cierra los ojos; al abrirlos mira con sorpresa lo más grande y enigmático de toda su vida: Círculo partido perfectamente por la mitad, brillo espectacular, a medias, empero. ¿Y si el círculo estuviera entero? El Hacedor y su vista fija.
que las olas se lleven las rabias
Repentinamente, se ve invadido. Ojos rojos y trasparentes pegados a su cuerpo. Queman más que el agua salada y el mar, que estaba a muchos pasos de distancia, ahora le llega a la cintura. Curvatura y tensión superficial a punto de romperse. No se mueve hacia atrás, sino hacia adelante. El Hacedor duda un poco, mas se deja llevar facilmente. Ahora lo recuerda todo. El hechizo era simple...
que las olas suban al cielo, hacia...

la luna

jueves, 27 de marzo de 2008

El Hacedor de esperanzas.

Mandarina ha hecho su aparición, llena de deseos y esperanzas nuevas. He aquí una pequeña prueba y espera seguir con este proyecto.
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El gran Hacedor, vivido por más años de los que puede contar, contempla, lagañoso, los pedazos de roca impasible que le da presencia y objeto en el mundo. Sujeto, ha querido pensar, porque objeto son esas rocas diversas que lo lastiman al caminar. Ya no mira la montaña, tan lejana y codiciada antaño. Ahora sus rocas amigas le cuentan secretos vanos; como la forma en la que mutan: en tierra y luego en polvo, o al revés.
El gran Hacedor no comprende nada; sólo quiere dormir en las olas de mar, aunque casi ya no lo recuerda. Tenía que ser extenso y agradable; tenía que ser poderoso y temible; tenía que ser vital y avasallador. Lo recordaba pequeño, molesto, débil, grácil, calmo, muerto. Debe volver.
Sus ojos enfocan los detalles concentrados en las pilas de piedras que ha hecho; unas largas y delgadas, otras cortas y amplias; pero magnificamente equilibradas, cada una hecha conforme el estado anímico del día corriente.
El gran Hacedor, cansado de mirarlas, las descompone con sus dedos anchos e hinchados de calor. Al terminar, tendrá dos opciones; ya sea volver a apilarlas, mostrando su gran sentido del equilibrio, o dejar todo regado e ir en busca de corregir su recuerdo del mar tallado hasta la casi desaparición (a base de golpes contra la montaña).
Termina. Se incorpora. Se sacude levemente y da marcha atrás, sin dejar de mirar las piedras, las rocas, el terreno pedregoso, la extensión de colores rojos, la montaña creciendo, la sierra distante...Da media vuelta y sigue su marcha.

martes, 25 de marzo de 2008

huevones

Buenas tardes, buenos días, buenas noches. Estos árboles no quieren crecer. Aún cae algo de hielo, el último, porque se avecina el fin del mundo. Hay textos, sí, hay felicidad y tristeza en ellos...

Próximamente

martes, 26 de febrero de 2008

Impersonal

Los escritores de este pequeño espacio han abandonado la empresa. Los escritores de este espacio acaban de ver una película horrenda sobre satánicos. Los escritores de este espacio andan sin imaginación, porque la mano que todo lo domina, los oprime con fuerza.

El cambio de estación los está aniquilando. ¿Cuándo lloverá de nuevo? La mano debe abanicar las negras nubes para que éstas se vayan al interior de la República. ¡Cuándo lloverá de nuevo!



Los árboles necesitan alimento.

viernes, 8 de febrero de 2008

Personal


La última siempre será la primera. Esto es totalmente personal. No es ficción. No es realidad. Es lo que mi interior me dicta a hacer. Espero no haya ofensas. Espero que lo puedan ver. Esto viene de muy atrás y muy adentro.

¿Su autor? Tal vez por estilo lo adivinen, mas me veo forzada a poner aquí, si no su nombre, por lo menos su sobrenombre.


Miss Tutsipop

miércoles, 23 de enero de 2008

La mano perturbadora

La mano terrible y perturbadora aparece y desaparece. Dejó botado un texto que nos vimos forzados a publicar, de lo contrario... la mano nos quitaría este espacio y estaríamos aún más refundidos de lo que estamos ya. Digamos que nos resguardamos del invierno bajo su malvado manto, nos quejamos, pero no hay de otra. He aquí el texto de la mano perturbadora.
Atentamente Aguacate y Mandarina.
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Cerca
Parece que fue apenas ayer cuando se fue caminando hacia la avenida en busca de la que decía, era su reforma y nada, que no aparece ni en su casa, ni en mi casa, ni en puente, ni en riachuelo alguno. Ya me van diciendo que se escapó con el tipo ese, pero lo dudo. Ella sólo quería quedar bien, después de haberle hecho tantas maldades, ella sólo quería dejar las cosas en calma, para poder ir con aquel muchacho que tanto quería. Por eso estoy casi segura de que ella no se ha escapado con ese tal...Raúl, creo que se llama. Sólo quería hacer la buena acción. Ojalá no le haya pasado nada por causa de ese fulano. Es un zángano, ¿sabe? Se las da de muy independiente y no sabe lavar ni un plato; todavía es un hijo de mami. No que mi niña, ¡nada de eso! Se la pasaba, eso sí, por ahí con sus amigos, pero ella lo hacía todo solita desde los doce, yo namás le echaba un ojo de vez en cuando, para que no se lastimara y ya después, cuando salía, para que no se fuera con cualquier pelafustán de la cuadra o de la escuela, daba lo mismo, aunque casi ni le interesaban de verdad. Yo veía cómo al final siempre se quedaba sola, contenta, pero solita y era entonces que yo le hacía compañía. Le hacía su café y nos sentábamos a platicar. Sabe, me contaba todo todo y yo escuchaba y no entendía nada. Veía cómo se iba poniendo guapa mi muchacha, cómo su cabello brillaba y sus dientes eran blancos y derechitos derechitos. Y entre más me contaba sus historias, más me interesaba en ella; quería consolarla, quería alejarla de quien le hiciera daño, quería darle todo, pero, como yo no tenía nada o, a saber, pues poco, le di mi más puro afecto. Primero le tomaba la mano y se la acariciaba para que se destensara de esos hombres que la molestaban y ya luego le daba un masaje en su espalda porque para que se relajara de tanto estar sentada en las clases. Un día me llegó llorando y se metió corriendo al cuarto, no me quiso hablar, ni quería abrir la puerta; ya pude convencerla de que me abriera y la miré: tenía los ojos más tristes y más bonitos que yo hubiera visto y su naricita roja y delgadita y su boquita suave y carnosa. Fui a abrazarla, pero su cara se metió en mi camino y la besé. Ella parecía confundida, pero no me dijo nada y nos acostamos calientitas en la cama. Le quité su ropita y estaba tan tiernecita que quise sentir bien cómo era eso y me quité la ropa y ya, cosa tan bonita. Luego todo parecía como una lucha. La verdad no sabía bien que era lo que estaba pasando, pero ella se puso roja roja y yo empecé a sudar y las dos estábamos bien felices. ¡Yo no sabía que se podían sentir esas cosas! Ya después nos quedamos dormidas, bien cerquita para que no nos diera frío. ¡Qué rico olía su cabello! Cuando me desperté, ella salía del baño, me dijo que le había venido a hablar no se qué muchacho y que al rato me veía. Se acercó y me dio un beso. Me sentía alegre porque ni Helenita me quería mucho y le prometí que le haría algo rico de comer... Ya luego que llegó me dijo que se había contentado con el muchacho, ¡no con Raúl! ¡Con otro! Pero que antes de volver a hacer loqueras, iba a ver a su amigo ese, para que ya no la estuviera molestando más. Un día de esos se arregló y se fue mi Helenita. Ya no la volví a ver ... pensé que se había ido por mi culpa, por haberla querido tanto. ¡Ay que triste me puse!...

lunes, 7 de enero de 2008

Aún nada


Estos árboles, estos secuestradores, todos están de flojos, de blandos, de blancos, de vacíos, de hueros. Estos escritores, todos míos, estás callados, sofocados. ¿Cuál es la mano que aprieta sus espíritus aventureros? Esa mano que aprisiona quiere aventurarse también, mano malquerida que quiere a todos, mano que se clava a sí misma las uñas, mano que traiciona y se esconde.

¡Mano maldita!

Esta mano, muy probablemente, se dedique a escribir aquí de vez en cuando.