En un mundo de fallas y aventuras secuestradas, se encuentran dos pequeños héroes que pondrán el ejemplo con sus divertidas vivencias, acompañados de amigos muy diferentes.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Tic Tac

Aguacate y Mandarina no han discutido nada esta ocasión. Esta vez Mandarina ha tomado la ventaja artística y se ha dado a la tarea de escribir una narración interesante, fuerte y sugestiva.
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Tic Tac Tic Tac Tic Tac
Se sentía ofendida de mil siglos. Se sentía aterrorizada de las vulgares palabras, pero aún se sentía. Una agresiva mirada, el suelo mojado, cabellos saltando, pilastras, techo, polvo. Tenía envidia de las otras; tan libres, tan rectas. Sin razones para explicar, siempre hacia adelante en el andar. ¿Quién se lo hubiera impedido? Nada.
Estaba simplemente dispuesta a todo. Miembros fuertes, dientes nuevos y el sol, que atravesaba sus mejillas, carcomiendo el brillo del cabello; sin embargo estaba.
Se sentaba cada tarde en espera de la hora de la cena: el único recuerdo grato que le quedaba de muchos episodios fallidos, pero su sorpresa sería grande algún día, cuando le sucediera lo que con tanta ansia y temor esperaba.
Remordimientos infinitos y polvo entre las uñas. Las pilastras, lejos-cerca, lejos-cerca. El suelo de olores fricciones. ¿Dolor físico? Ninguno. Sólo esa molestia tormentosa callada y vacía. La muñeca de otros.
Se mordía los labios por no contar nada. La llamaban, respondía lejos, protegida. Suerte. Nadie notaba las travesías mentales a las que era sometida. Era una fantasía. Y qué decir de los hechos físicos increíbles; eran eludidos con facilidad. Lo agradecía de verdad; no estaba dispuesta a dar explicaciones. Manipulaba todo a su antojo, mientras se sentía más que una. Eran dos.
Jugaba a la inocencia, pero en su alma algo se gestaba turbio. No podía ni quería detenerlo. Deseaba que creciera hasta que se elevara y desapareciera, hasta que no quedara nada en ella. No podía disfrutar más que eso; era su límite prometido. Pensar que el destino le deparaba más suertes y menos confianzas. Debía experimentar aunque se cayera muy adentro. Sólo quería sentirse especial.
Pausa.
Logró controlar todo lo que quería. Sintió que podía hacerlo suyo en cualquier momento y no le importaron las otras manos. Eran dos nuevamente.
Intensidad y flaqueza reinaron los sueños interrumpidos, pero no le importó y siguió adelante; no hallaba paz, pero qué importaba. Destruyó lo que ya había crecido y demostró que era fuerte.
El polvo calmo, inexistente casi. Las pilastras carcomidas, resistiendo el embate de los años. El suelo ya nunca mojado. El techo ahora manchado; algunos juegos habían sido letales. Sus cabellos por primera vez se quedaron quietos ante la mirada agresiva de su contrincante. Poco le importó; siguió su empeño. Esta vez disfrutó menos y disfrutó más que otras veces. La carne ya no sabía igual, pero aún servía.
Entre más eran desviadas las miradas, más se interesaba en seguir con el encuentro. Las fantasías nunca se habían roto y sugerían más aventuras de las construidas antaño. Mordía, peleaba, sacudía su ser con vehemencia. Intentaba deshacerse de las penas, de los secretos.
Siguió insistiendo. No pudo detener su caída miserable. Se lo contó a todos y se lo contó a nadie. Desapareció el efecto en sólo cuatro episodios aislados. Todo tendría que ser como siempre, empero su venganza no consumada con éxito.
Quiso quedar en blanco, correr los riesgos, armar rencillas. El pasmo fue nulo y su impotencia grande. Tremendos corajes pasó al lado de su alcoba, oliéndolo todo, lamentando el día en que accedió por despecho. Nada hizo más. Se arrinconó en un sector de su vientre y esperó a quienes algo podían preguntarle.
Tic Tac Tic Tac Tic Tac
Las carcajadas sonaron lejanas. Alguien se acercaba. Se puso atenta y dispuesta a cualquier situación. Tres pasaron frente a ella; sólo uno se quedó. Los restantes se detuvieron un momento y prometieron volver cuando menos fuera previsto, después se alejaron. Quien quedó encontró y dio consuelo. Dio alegría y tristeza. Dio regalos y disgustos.
Detuvo el tiempo lo más que pudo. Se contuvo y respiró lo más profundo. Alzó sus brazos, los bajó, los alzó, los bajó: aleteó y logró volar por diez segundos, suficientes para no encontrar libertad, sino pesadumbre.
De nuevo quiso cobrar venganza. Algo distinto, viejas costumbres. Se arremolinó a su modo y dio con un objetivo viable. Se acercó y alejó lo más que pudo. Estaba atrapada: La ofensa, ¿cuál era? Casi olvidaba su meta. Esa vulgaridad de la cual era presa. La dinámica de obviar había sido mala. Cada vez más aplastada; cada vez más aniquilada.
Al vacío se lanzó.
El tiempo siguió su curso. Sonreía en constante mueca. Miembros aún fuertes, dientes amarillos y cabello renegrido.

7 comentarios:

Chiclocentro dijo...

ESTO ME SUENA:
Las carcajadas sonaron lejanas. Alguien se acercaba. Se puso atenta y dispuesta a cualquier situación. Tres pasaron frente a ella; sólo uno se quedó. Los restantes se detuvieron un momento y prometieron volver cuando menos fuera previsto, después se alejaron. Quien quedó encontró y dio consuelo. Dio alegría y tristeza. Dio regalos y disgustos.

Aguacate y Mandarina dijo...

Eso es obvio.

Chiclocentro dijo...

pero si me suena a una continuación de ese cuento lésbico que te publicaron hace años.

Agnes Seele dijo...

Gracias por la clave. Musical como solo podrías serlo tu. El eje de los acontecimientos. Si te abismas contra la vulgaridad, jaja, puede que te halles varios en el fondo... Me pregunto si las historias colaterales alguna vez dejaran de ser tan atractivas.

[Harim] dijo...

Sopas!, estos escritos están interesantes, muchas gracias por pasar a dejar tu huella por mi blog.
Yo por mi parte seguiré visitandote...
Saludos

Chiclocentro dijo...

gracias por tus comentarios a mis fotos
siempre tan atinados!

Miércoles! dijo...

Salud Aguacate! Salud Mandarina! Importa el espacio? Alcanza la satisfaccion de verse y mirarse? o es solo a traves de lo otro?
La busqueda es en si. El grito nace y se calla. Y solo importa saber si vuelve. Si es, o otra de las patrañas del mentalista.
Son saludos que creen reconocerse, y se tributan reciprocamente.

Desde cualquier dia de la semana.
Todos los dias son Miércoles!

4.