Estos árboles, estos secuestradores, todos están de flojos, de blandos, de blancos, de vacíos, de hueros. Estos escritores, todos míos, estás callados, sofocados. ¿Cuál es la mano que aprieta sus espíritus aventureros? Esa mano que aprisiona quiere aventurarse también, mano malquerida que quiere a todos, mano que se clava a sí misma las uñas, mano que traiciona y se esconde.
¡Mano maldita!
Esta mano, muy probablemente, se dedique a escribir aquí de vez en cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario