En un mundo de fallas y aventuras secuestradas, se encuentran dos pequeños héroes que pondrán el ejemplo con sus divertidas vivencias, acompañados de amigos muy diferentes.

lunes, 28 de abril de 2008

Bella época

Aquí Mandarina reportando su sentir. Aquí Mandarina que recuerda las bellas épocas vigentes. Aquí Mandarina que publica:
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Discurso
Y tú de zampón, insolente y preguntón, nomás tantito, dices tú y ya cuando miro, lo tienes toditito en la boca: que la comida, que las leperadas, que las preguntotas.
Y mira nomás en qué andrajos te andas presentando pa’pedir trabajo, con razón nadie te toma en cuenta, mira que ni Lolita de la cuadra te reconoce ya. La otra vez me preguntó por mi muchacho y no supe si decirle que era el que andaba rondando la cuadra o el que andaba fueras buscando trabajo. De la vergüenza no atiné mas que decir que quién sabe y me metí rapidito pa’la casa. Y ya que de rato llegaste tú, quesque de un trabajo y que si haber si te lo daban. Haber pa’cuando. Fueras como tu hermana, que ya hasta novio tiene, que jura y perjura que la va a sacar de trabajar cuando se casen.
¡Mira nomás, ya estás sobre la cazuela! ¡Deja allí! Es para el novio de tu hermana, muchacho tan atento y guapo, siempre de traje y con uñas bien cortadas. Así deberías ser tú. ¿Que tu hermana qué? Te encanta levantarle falsos; ella es incapaz de hacer esas barbaridades, si sabré yo, que la crié. ¡Sácate! Ya parece que la haz de estar viendo en esos lugares a los que tú vas, si ella no es como tú, que nada más piensa en esas cosas. Ya me imagino las cochinadas que harás allá. Todo por desobligado, desvergonzado. Tu hermanita qué tendría que estar haciendo allá, si aquí tiene su casa, su cama, su comida. Si tiene novio que la cuida y la respeta. No te rías. He visto cómo la trata; siempre tan caballeroso y atento. Jamás deja que ella abra una puerta. Si tu padre hubiera sido así, otro gallo nos cantara y, sobretodo a ti, que vas directito a sus pasos.
Todo por hacerte caso y dejar que estudiaras esas cosas que ni sirven para nada.
¡Ay mijo! ¿Qué hice yo contigo? La vida no se trata de’sas cosas que te pasas escribiendo, puras cosas feas que ni se entienden, siquiera escribieras las historias de la familia, del rancho, lo bonito, los paisajes de tus abuelos, no que nomás escribes de tonterías, de pura muerte, de puras cosas que no. No me vengas con que eso es la sociedad. Ponte a ver las cosas bonitas, la gente buena y trabajadora. Ya sé que dices que no hay de’sa gente, pero fíjate bien, es cuestión de ver las cualidades y no los defectos. Que pesimista eres.
¿Qué? ¿Tu padre? ¡No andes preguntado! Ahí vas con tus cosas. No te interesa. Mejor deberías ponerte a trabajar para que me des, en vez de andarme molestando.
¡Anda! Ve por él, ya ha de andar con su compadre…

jueves, 3 de abril de 2008

Hacedor de hechizos

Aguacate está convencido de lo que debe hacer y lo que deben hacer con él. Mira todos los días el sol con alegría, mas sigue preguntándose cuándo llegará la lluvia. Anhela. Reclama. Le conceden. Él es el autor de esta entrada.
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CUARTO MENGUANTE PERFECTO
que en cada roca se estrelle
El Hacedor llega al mar. Respira.
que encuentre reposo de dudas y juicios
Quiere tocar el mar con sus ojos, pero sabe que pica. ¿Cómo?
que las bocas oscas se coman ostras
Las sales le queman, poco le importa. Ha de recuperar allí, lo que alguna vez fue lavado,
que las ostras cosechen perlas duras
mas parece en vano. El Hacedor solamente se aproxima con cautela y se queda al ras de las manchas que las olas han dejado. ¿Cuál fue el hechizo preciso?
que las perlas suavicen carácter
No lo recuerda. Debe ser algo de la infancia. Palabras repetidas que pierden sentido y adquieren sonidos místicos que armonizan con el universo. No.
que las almas corrijan injurias
Tampoco cree en eso. Se agacha y toca mojado, seco, húmedo, mojado. Le extraña la amable sensación que, sin embargo, retuerce su lengua en sed no antes experimentada. Se acerca al agua con peligro y miedo.
que las injurias traguen saliva
Prueba: Salada, por supuesto. No podría ser de otra forma. No se queja, pues él escogió ese escenario y se arrepiente, tal vez, de no haberlo escogido antes, pero
que la saliva se haga espuma verdimorada
qué importaba ya. El Hacedor había hecho su última jugada y el viento había borrado sus huellas pronto. Es tentado por el horizonte cada vez más oscuro, que no tenebroso.
que las rabias tontas amanezcan muertas
El Hacedor atardece con el mar y la amarilla luz; se queda con la espalda dada a la inmensa montaña, hogar suyo por tantos siglos, y avanza tres centímetros en la arena rubia. Poco a poco, distingue, y, más y más, divisa menos. El Hacedor masculla preguntas mudas que los sordos podrían contestar: ¿Qué hay del otro lado?
que las rabias amanezcan secas
Mientras tanto, las piedras, que alguna vez estuvieron cuidadosamente apiladas, cascabelean, para que El Hacedor voltee a verlas nuevamente.
que las rabias sean expuestas
El Hacedor cierra los ojos; al abrirlos mira con sorpresa lo más grande y enigmático de toda su vida: Círculo partido perfectamente por la mitad, brillo espectacular, a medias, empero. ¿Y si el círculo estuviera entero? El Hacedor y su vista fija.
que las olas se lleven las rabias
Repentinamente, se ve invadido. Ojos rojos y trasparentes pegados a su cuerpo. Queman más que el agua salada y el mar, que estaba a muchos pasos de distancia, ahora le llega a la cintura. Curvatura y tensión superficial a punto de romperse. No se mueve hacia atrás, sino hacia adelante. El Hacedor duda un poco, mas se deja llevar facilmente. Ahora lo recuerda todo. El hechizo era simple...
que las olas suban al cielo, hacia...

la luna